Beatriz Sarlo en 678: los intelectuales y la politica

Sin duda, la presencia de Beatriz Sarlo en el programa 678 fue muy interesante. No sólo por el rico intercambio de puntos de vista que allí se generó, sino sobre todo, por las diferentes discusiones que este luego suscitó en los diarios, en la web, en  la audiencia en general...

Entre las diversas lecturas que es posible hacer,  me interesa particularmente la que remite a un debate, que no por transitado, resulta menos necesario, como lo es aquel que problematiza la relación entre los intelectuales y la política. Creo que Sarlo y Forster representan dos modos distintos de concebirla y ponerla en práctica . Ambos, sin embargo, se inscriben dentro del campo de intelectuales progresistas

Sarlo, representando a una izquierda de corte liberal, reivindica la autonomía y capacidad crítica del intelectual, entendiendo por esto la necesidad de desentrañar, denunciar, desmitologizar todo discurso político, mediático, cultural, etc. Para esto, necesita estar continuamente corriéndose de lugar, situándose en un más allá permanente, que sin embargo, la termina colocando en un más acá, porque a mi entender,  lo que tienen de más lúcido sus intervenciones politicas, lo tienen de limitado. Su potencia mayor está en su agudeza para cuestionar, para señalar las contradicciones en las que incurre el kichnerismo, pero en tanto lo hace desde una posición que se coloca al margen de cualquier construcción politica colectiva, queda encerrada en un criticismo individualista. Sin embargo, es necesario reconocer que a diferencia de muchos otros intelectuales que desprecian de plano la participación colectiva, que ven solo alienación en lo popular-masivo, Beatriz es capaz de entreveer una potencialidad disruptiva en ello. De alli, por ejemplo, su interes por un fenomeno como el de 678 facebook o el de la participación juvenil dentro del kichnerismo. De todos modos, es siempre desde  un precavido escepticismo desde donde  los  mira..

Forster, en cambio, elige el lugar del intelectual más orgánico, que entiende que la crítica al poder no es de caracter individual, meramente intelectual y negativa, sino que se ejerce también, desde la apelación al mito, a la pasión, a una voluntad que es siempre colectiva. Por ello, de lo que se trata en este caso es de ayudar a construir un relato hegemónico distinto al dominante, que exprese  a los sectores populares y potencie su buen sentido. Lo cual, por supuesto, es todo un riesgo...Por un lado, porque puede el intelectual volverse panfletario, perder su autonomía critica. Por otro, y lo que es aún peor, puede terminar contribuyendo a la mistificación, a la sustancialización del pueblo, a que pierda éste su ser en la diversidad, su potencia democratizadora...

 

Si me apuran...prefiero a Forster, pero teniendo a una Sarlo que le sople la nuca..